PLANCHA: CUENTO DE NIÑOS PARA LOS QUE LO FUERON
Erase una vez un niño que no tenía edad, con espíritu de H.·.y el alma llena de preguntas.
Preguntaba a su Padre y Maestro: Qué es el Gadu. De dónde viene. Adónde va.
Su padre le había contado que al GADU no lo podría ver.
Lo vería solo una vez, porque su inmensa luz quemaría sus pupilas.
Es mejor que lo imagines a tu medida.
Es mejor que lo aceptes tal como ÉL quiere que tú lo veas.
Día tras día solo obtenía evasivas. Así que decidió escapar para encontrar las respuestas.
Un día a la medianoche en punto se dirigió al T-·. Llegó cuando los HH.·. se habían retirado al descanso y todavía se podía sentir en el aire la calidez de su presencia.
Todo era muy grande y muy negro. Un negro inmenso, de pozo sin fondo.
Acostumbrado a la oscuridad apenas percibió tres columnas que no tenían forma de columna, tenían forma de oportunidad y lo llamaban. No. Yo solo quiero respuestas….. Tardó en decidir cual debería ser su primera oportunidad.
Quiero ser hermoso, dijo y subió a la oportunidad CORINTIA. De regreso al mundo profano pudo comprobar que la gente decía “Qué hermoso es” y no le produjo ninguna satisfacción.
Su primer librepensamiento fue: No soy mejor por ser hermoso. Lo que piensen los demás de mí no me cambia.
Pensó. No tengo fuerzas para llegar así que:
Quiero ser fuerte y se dirigió a la oportunidad JÓNICA. Era difícil subir y subir sin fuerza. Necesitó toda su nueva y hermosa sonrisa para que se le permitiera escalar facilmente. Lo consiguió.
Su segundo librepensamiento fue: Ahora que soy fuerte ya no necesito sonreir.
Ya soy fuerte y soy hermoso, pero no sé nada. Deberé escalar mi tercera columna.
Era la más difícil. A pesar de su fuerza y su belleza no podía. Fueron años de esfuerzo. Tardó muchos años, porque necesitaba algo que no tenía. Justamente necesitaba lo que iba a buscar: El saber. El saber cómo.
Mientras subía por su tercera y DÓRICA oportunidad vio pasar a su padre que le decía: Adiós, adiós hijo mío. Tuvo la certeza de quedar en primera línea de la vida. Supo que nunca más podría preguntar a su padre y maestro y dejó de ser niño. Su belleza tenía fisuras y flaqueaban sus fuerzas. Tengo que llegar. Ahora necesito llegar y subió y subió y subió.......
Un día......... había llegado. Se encontraba en el centro de la luz, sumergido en el espíritu del GADU.
Una infinita luz le abrazó, le envolvió. Era una luz infinita. Un billón de veces todo lo que había podido imaginar. Un billón de billones, muchos, infinitos billones de billones más.
Y sus pupilas no se quemaron, porque no era infinita por brillante, sino por bondad infinita, pero siempre exterior a él. Se daba vuelta y vuelta y no podía entrar en ella. Por más que lo intentó la luz siempre estaba fuera. Al no poder penetrar en la LUZ le entró una sensación de haber hecho un esfuerzo inútil y se desesperó. Después se reveló airado y con toda su fuerza dijo:
Por qué estoy tan lejos, tan alto y todavía estoy fuera.
El silencio reinó en toda la columna. Ninguna sensación de respuesta. Sensación de vacío..
Intuyó que debía ser humilde y rectificó su petición.
Por el amor que soy capaz de daros SEÑOR, os pido una sola cosa:
Quiero ser sabio.
Una onda de abrazo le alcanzó de lleno. Un río de sangre caliente invadió todo su ser y entonces se produjo el milagro:
lo vio todo claro y........ comprendió,
COMPRENDIÓ QUE NO PODÍA COMPRENDER.
Su tercer librepensamiento fue: El GADU no va ni viene. SOLO ESTÄ y forma parte de mí aunque yo no lo entienda.
y gritó: Padre perdóname. Tú no podías responderme.
Quedó en paz consigo mismo
Y VOLVIÓ A SONREÍR.
HE DICHO V.·. M.·.
GRANADA (fecit)
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